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Apoptosis

Apoptosis

2 comentarios:

Anónimo dijo...

buenas fotos
me quedo con el triptico

Anónimo dijo...

Se trastorna el pensamiento conforme se acerca el último talan, el último tolon; los sueños duelen en la boca del estómago, el rostro de ella se va formando en la carátula del reloj. Días atrás se sentía afortunado, el hombre más colmado que el universo pudo concebir, ahora no recordaba nada, sólo el avanzar de las manecillas sobre una efigie de sobra conocida.

Eran los primeros meses del año, él se encontraba sumido en una nefasta depresión que lo acercaba a las tijeras de las Moiras; cansado de escuchar palabras animosas de sus camaradas, exhausto de las múltiples invitaciones a salir avante, a deshacerse de las barbas, cambiar sus ropas por traje nuevo, a vivir. Cuánto deseaba que a todos se los tragara la tierra y saberse sólo, sin siquiera el sonido de las nubes al trozar por la mitad al firmamento. Absorto como estaba, con el más fatalista de los presagios, escuchó distante una voz que le obligó, desconociendo los motivos a salir de la cama y abordar el primer autobús hacia el centro; guiado según su corta percepción por la inercia, llegó al cafecito dónde vieron la luz algunas de sus mejores obras. Aquí sería un buen momento para revelar el porqué de su eminente baja de ganas: Llevaba tiempo sin crear, el necesario para desquiciar hasta la más calmada de las mentes. Así pues tomó su lugar en la mesa que lo proclamaba suyo, sacó su cuadernillo de notas y tuvo miedo de sus secas ideas; - sí tan sólo existiera la manera de que esta abstinencia terminara, sí tan sólo una musa se compadeciera
de aquel infeliz y le regalara una migaja de creatividad- pero nada, salvo la página repetidamente tachada con inservibles notas, mismas que ni el más insignificante de los novatos aceptaría como regalo.

La noche se mostraba particularmente fría, turbulenta, él bebió de un sorbo el líquido negro restante de su americano, cogió taciturno su libreta, sacó unas cuantas monedas de su pantalón y, reconoció a la voz que antes lo invitó a abandonar su aposento: -No te preocupes este lo pago yo- en tanto una finísima mano depositaba la cantidad exacta sobre la mesa; azorado siguió los movimientos de la mano, hasta que desapareció de su campo visual, al levantar el semblante la propietaria de esta había desaparecido, en vano zigzagueó por cada oscuridad, todo permanecía tan común, tan igual. Pidió a la camarera un par de cigarrillos, en realidad este no era uno de sus hábitos más el desconcierto de minutos atrás lo ameritaba y justificaba, salió del lugar aún más depresivo, echando de vez en vez un hilo de humo espeso por sus labios que desde hacía algún tiempo sólo proferían maldiciones; este encuentro, esa voz, eran dignas de una gran obra pensaba, más en su actual condición esto no podía ser otra cosa que una anécdota que nunca llegaría a contar.

Quince minutos antes de la media noche él ya estaba en su departamento, aún le quedaba un cigarrillo mismo que extrajo de su bolsa izquierda del abrigo y contempló sin decidirse a encenderlo.

-Eso te matará y aún no es tiempo- Resonó un eco distante; helado buscó con la mirada el origen de aquel familiar sonido; lo primero que distinguió fue la mano finísima del café la cual cogía ahora del suelo el cigarrillo que él segundos atrás dejó caer; figura estoica , gallarda, seductora se le presentaba, una mujer con belleza y edad incalculables, exquisitamente vestida, cálidamente maquillada, con un peinado tan pulcro que le erizaba la piel de su cuerpo aún petrificado.

-Me has llamado con tal decoro que no me ha quedado más remedio que hacerte una pequeña visita, he de confesar por tu expresión, que no me acerco a la imagen que de mí te has creado; puedes ahorrarte las disculpas, no podrías aunque fuera ese tu propósito llegar a ofenderme de ningún modo- dijo pausadamente la divina imagen en tanto encendía el ya tan mentado cigarrillo.

Él por su parte seguía la estela de humo que ella dejaba tras de si mientras recorría el pequeño departamento sencillamente amueblado.

-Así que a esto te ha llevado tu ambición, pedazos de todo formando un gran nada, se esperaba más de ti, no le dejes a los hombres el trabajo que sólo los dioses saben hacer bien, cuánto desperdicio de espacio, de tiempo, de vida, más no he venido propiamente a descalificar esto que tu proclamas como tu existencia, esa es diversión aparte, llámalo deformación profesional, he venido porque has rogado por un oportunidad, por tener la influencia y la atención de una musa, quién mejor que yo para tal labor, después de todo grandes personajes me deben su ingenio, grandes obras han sido creadas bajo mi elixir- ostentaba ella y apagaba el cigarrillo en el piso de él. – Estando en conformidad, sentémonos a discutir nuestro negocio, sí, mi estimado, las musas también hacemos contratos-

La sala se llenó de aromas, cada rincón emanaba fragancias sugestivas, aparecían de las sábanas, de las cortinas imágenes únicas, frases que sensibilizaban y ruborizaban al más puro de los santos, belleza, belleza sin diluir le corría a él por la frente; una violación en las aguas del Leteo; un palo de lluvia enamorado de una cereza; una mujer desnuda esperándolo en la cama; un hombre que revive por arte de un beso; un génesis completo producto de sus manos y de una voz que le dictaba sus actos.

Un erudito, un genio de la era moderna, “EL ARTISTA”, su nombre era “EL NOMBRE” , aquella oportunidad rendía sus frutos, la dicha, la felicidad completa se paseaba por sus ojos, sus labios tenían nombre, sus brazos cortaban el viento acompañados, era el amor su Musa...

Se trastorna el pensamiento conforme se acerca el último talan, el último tolon, los sueños duelen en la boca del estómago, el rostro de ella se forma en la carátula del reloj:

-No, tu contrato lo has firmado con la muerte, ya no hay terceras oportunidades, se acabó-

Fue encontrado a la mañana siguiente por su prometida, los ojos del él miraban inertes al reloj de pared el cual marcó por siempre quince minutos antes de la media noche, como recordatorio silencioso de lo que ocurrió entre el artista y su musa.

Para un gran fotografo que ha inspirado una pequeña historia, muchos besos, me gustan tus fotos, quiero ver mas.